Todos creen que Capitanich, el gobernador del Chaco, es la gran cosa. Nambrena.
Por empezar, habla enredado, para que nadie entienda. Usa términos ténicos, académicos, precisamente para que todo el mundo quede en bolas. Adorna su discurso con citas, estadísticas, jurisprudencias, referencias bibliográficas, etc., que la gente no puede constatar si son verídicas o son inventos. Puede hablar 23 horas y 55 minutos sin parar. Pero... no dice nada.
En Formosa lo conocimos cuando era Director de Comunicación de un oscuro gobernador. En la época de Menem se re acomodó . Fue él quien vino a privatizar el banco provincia. Por supuesto con aceptación local. Pero venía de arriba. El que no privatizaba era un gorila. Ahora Menem está con Cristina, y el Ramoncito Saadi, mi querido amigo, también. Como siempre, se juntan todos.
Los provincianos dependientes de la Caja Nacional nos quedamos como el perrito ese de la propaganda Movistar, diciendo siempre que sí, de lo contrario, minga de que se cobren los sueldos, y obras ni que hablar.
El llegó a gobernador la primera vez, y ahora no lo saca nadie, con lo que se llama hoy en día colectoras o listas de adhesión, que es lo mismito que los lemas. Tanto escándalo en Nación, con los intendentes bonaerences, con el sátrapa de Sabbatella, y es lo mismo. Es un sistema que ayuda al que está arriba y tiene para solventar las colectoras.
Así que Formosa con sus cientos de lemas, sublemitas de todo el abecedario en minúscula y en mayúscula, quedamos los de acá como chichipíos, como nenes de pecho, como botarates.
Bueno, les cuento que el de la ANSES, un pibe que está sentado sobre 150.000 millones que es la plata de los jubilados, habla igual. Parece que es una escuela que va ganando adeptos.Les cuento más, el compañero Zaragoza, se anotó en un curso de esos. Agarrate Catalina. ¿Saben por qué? Porque el compañero Zaragoza tiene poca escuela pero mucha materia gris, y entonces, sabrá que tiene que decir, florido y todo, pero no dirá naderías, dirá cosas que son.
El que tiene perro que lo ate, el que no, no. Nunca menos. Nada más.
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