El Cabezón y el Alberto

Yo les cuento todos los chismes. No se imaginan qué pelea,  aunque fuera de mentirita,  esta gente se sabe pelear.  Todos son caciques,  indio no haber. Dicen que es el narcisismo de las pequeñas diferencias, bah, dice Freud en su libro tomo IV,  capítulo 54,  pág.  2.863.  Pero es así:  Uno,  peroncho de los de antes, con el bombo a cuestas para la marchita,  540 kilos de chori para el choripán,  el tetra,  y todos los cumpas que se pueden rejuntar.  La pelea es el domingo en Corrientes,  donde peronistas casi no hay.  Bueno,  uno pregunta dónde está el bunquer del compañero Cabezón y dónde el del compañero el Alberto,  para dar una mano.  Nadie saber.  Entonces uno mira que en un hotel entra y sale gente con cara de peroncho,  aunque medio paquetes porque los correntinos tienen solo dos formas de vestir:  los "bien"  de traje y corbata aunque no tengan un sope y los humildes de bombacha,  pañuelo al cuello y alpargatas.  Bueno,  uno pregunta.  No largan prenda,  lo miran a uno como conspirador.  Uno quiere dejar los chori y el tetra en el jol del hotel,  donde hay un tipo uniformado pero no es milico,  conserje le dicen al coso ese,  que nos saca pitando. Uno busca al Cabezón,  a la Chiche,  ALGUIENNNN,  naranja fanta.  Entonces uno rejunta el chori,  el tetra, y agarra el bombo y empieza a recorrer las recoletas y señoriales casas coloniales de la Antigua y Muy Noble y Leal Ciudad de San Juan de Vera y Aragón de las Siete CORRIENTES.  Lugar con más ínfulas, empezando por el nombre,  te aseguro que no hay.  Y uno ve a los lejos a la Liliana Negre de Alonso,  la puntana que estaba contra el matrimonio gay,  en una procesión de 1l9 curas y 329 monjas orando para defender la vida y todo eso contra el aborto y esas otras inmundicias.  Entonces uno corre hacia ella y le pregunta por el Alberto y ella dice que está pintando con jugo de mamón y de aguaí,  chocho por lo nuevos elementos que la naturaleza correntina le brinda para sus obras,  hasta cuero de yacaré y plumas de cabureí le pega a sus cuadros.  No me da ni cinco de bola porque está inspirado.
Entonces me refugio en familia normal,  para nada metida en política ni esas rarezas,  y un compañero aparece como un milagro con el termo y el mate,   recupero la paz.
Por un ratito.
Hasta lueguito.