Acerca de mí

Mi foto
La pepona es plagueona, que quiere decir que putea contra todo, por las dudas. Este blog peroncho es corregible, es agnóstico, hasta que Dios quiera. Nada kirchneroso. Gorilas también pueden hablar, pero en su medida y armoniosamente. Gente que mira 6, 7, 8 está discriminada, prohibida y excluida por la Pepona porque se argela. Los que leen a Verbitsky, lejos de la Pepona. Si alguno todavía lee a Perón, que ayude. Que el Gauchito Gil que era colorado y peronista anticipado, se ocupe de que tengamos un 2011 no del todo pa´l carajo.

LA SOMBRA DEL BRUJO

El Acto de Hoy:   "CRISTINA AL GOBIERNO,  LA CAMPORA AL PODER", estará signado por la sombra del brujo.
En 1973 sabíamos que Cámpora subía para renunciar y que siguiera Perón. Subía solo para eludir la trampa de los milicos que habían proscripto a Perón y habían impuesto el ballotage.  Pero nosotros los peronistas, tanto los imberbes como los barbudos,  sabíamos bien que Cámpora renunciaba para que subiera Perón.  Nos  cegamos en la carrera hacia la nada,  porque entonces ni ambición de poder teníamos.  Solo queríamos avanzar con nuestros cánticos, nuestros carteles y nuestro entusiasmo hacia una revolución imposible, hacia un pueblo feliz de felicidad instantánea, como el nescafé,  hacia una especie de comunidad organizada solo en torno a  grandes carteles de colores rojos, de columnas de miles de hombres, mujeres y chicos que coreaban nuestras consignas encerrados entre sogas que sosteníamos para que la columna quedara bien armadita. Creímos,  en nuestra ignorante e irresponsable ingenuidad que mantener la columna más grande y ganar el espacio más cerca del palco nos aseguraba el lugar en un cielo que nos imaginábamos pleno de fraternidad,  de solidaridad,  de justicia y de igualdad,  pero sin esfuerzo,  sin planificación,  a puro voluntarismo, a puro ímpetu adolescente que sirvió a la entusiasta militancia pero no para planificar el país y menos aún para conducir la Patria.  Con nuestros vigorosos empujones no le dimos posibilidad a Perón,  nada menos que a Perón, con tanto que había construído y aprendido,  a preparar ni siquiera su fórmula presidencial.  Para aplacar las internas,  los miles de muchachos subidos a cuanto lugar algo consiguieran con banderas algunos y con armas los otros,  no tuvo más remedio que recurrir a Isabel como vice.  Para él era demasiado tarde.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario