No escribí desde hace unos días porque no encontraba los lentes. Los había dejado en la heladera. A las Peponas viejas nos pasan esas cosas. Hoy los encontré.
Pero escribir me hace bien, yo me creo que lo que escribo sale en El Comercial, en La Mañana y en Opinión, hasta en la célebre La Nación. Y entonces se me pasan los nervios y no tengo que tomar el alplax, ni me agarra ningún ataque de nervios tácticos ni estratégicos. Estoy onda "ommmm", elevada, no se para donde porque nunca entré al célebre estado alfa que dicen (eso debe ser como el famoso punto G, no existe, como los Reyes Magos).
Bueno, quiero escribir que fui a escuchar a la Reina Batata, nuestra Moira, nuestra Furia (en el mejor de los conceptos, con todo respeto), con el corazón de hilachitas tembloroso. Había que llegar a pata, en mi caso rodando, porque ningún taxi ni por una vuitón quería meterse en la multitud acarreada. Miles de colectivos formados. ¿A qué me hacen acordar esas cosas?. Los carteles, los globos aerostáticos:" Kirchner desde el Cielo, Cristina para siempre, y Pedrito Gómez concejal", "Kirchner nos guía, Cristina presidenta eterna, Julito Batulo Presidente de la Comisión de Fomento de Villa El Mondonguito". Y así... Difícil llegar a la diosa, a la Reina, y yo contenta porque habia muchos carteles de Cámpora, mi Santa Evita con el Che. Yo, feliz porque le voté a Cámpora cuando tenía 23 años, y si él, Cámpora, vive, quiere decir que yo vuelvo a tener 23 años.
Le pregunté a un joven revolucionario que tenia la camiseta de Evita con el Che y el cartel de la Cámpora dónde estaba Cámpora, (preguntando si habia regresado del Cielo o del Infierno). Me dijo que no sabía, pero que le iba a preguntar a Maximo, que estaba jugando con playstation 3 en el Calafate porque ya habia cobrado los alquiles. Pero él creía que era un amigo del Rudy Igor Ulloa, que es el que le puso la mosca para la movilización. Después le pregunté por qué tenía a Evita con el Che, porque cuando Evita murió el Che era un muchacho que todavía no se había recibido de médico, y estaba empezando su primer viaje en motocicleta, ese de la pelìcula. El pibe me dijo "Ah no sé, pero Evita trabajaba para la revolución del Che". ¿Que revolución?, le pregunté. Y el me dijo "Creo que la de Cuba, no sé bien".
Pero esforzadamente, toda pisoteada, fui llegando. Vi a la Reina Furia, llegar espléndida, poderosa, cubierta por finas y negras telas que marcaban su figura perfecta, su cintura pequeña (que envidia, cómo hace esa mujer para mantenerse así, cualquiera con los nervios ya se hubiera comido todos los choripanes de la costanera). La alegría de los montos era incontenible. La Moira, la Furia, el Destino, la Muerte que siempre habian glorificado y se habian ocupado de que fueran los jovencitos de esa época los que murieran, pero los jefes que hoy están con la manija, no, esos imberbes viejos estaban locos de morboso placer. Habian hecho la operación de la Reina para siempre con reforma constitucional, y ahora se hacian los que los iba a retar la furia, fingiendo. Que artistas. Que hijos de puta. Esa Diana Conti tendría que tener los lauros de Norma Aleandro . Busqué acercarme a la hija de Rucci, estaba la chica escondidita detrás de una columna, y le pregunté ¿Che, estos mocosos de la Cámpora, saben que los Montos mataron a tu viejo? Me dijo que los pendejos no saben que Cámpora protegió a los Montos, no saben que Perón se enojó con Cámpora porque lo mandó a darle un saludito a los Montos y el viejo dentista se casó con ellos. No saben que los de esa época dejábamos aclarado "El tío (Cámpora) al gobierno y Perón al poder " No saben que Perón estaba todavía proscripto, que hubo que poner la fórmula Cámpora-Solano Lima para zafar, y que Solano Lima era un viejo conservador de la puta madre. Bueno, muy difícil, me dijo, porque esas movilizaciones se arman con efectivo cash, y es difícil la pedagogía.
La Reina Furia mintió, retó y se hizo la artista debidamente vestida de Negro, porque es el Destino, es la Muerte, es la que tiene los hijos de nuestras vidas en sus crueles manos. Y nosotros, que somos negligentes, haraganes, que nos gusta vivir de arriba, que decidan por nosotros, que nos acomodamos ahora y después se verá qué hacemos con la inflación, los chorros y la droga, nos merecemos este negro destino.
A rascarse con un marlo.
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